Freelance, llámese a aquél cuya actividad consiste en realizar trabajos propios de su ocupación, oficio o profesión, de forma autónoma, para terceros que requieren sus servicios en tareas determinadas, que generalmente le abonan su retribución no en función del tiempo empleado sino del resultado obtenido, sin que las dos partes contraigan obligación de continuar la relación laboral más allá del encargo realizado. (Fuente: Wikipedia).
La definición puede sonar sencilla, asequible y profesional, y también puede ejemplificar la imagen de un profesionista en su materia totalmente independiente de otros, distante de cualquier relación laboral de largo plazo que involucre obligaciones de horarios, tareas, jefes, así como también de prestaciones como aguinaldo, reparto de utilidades o vacaciones pagadas. El freelance, puede compararse con el eterno soltero que prefiere no casarse, solo que éste no quiere hacerlo con ninguna empresa para lograr su desarrollo profesional, o según dicen ellos, para no comprometerlo.
En regiones como EE.UU. o gran parte de Europa, el freelance es considerado como una posición socialmente más elevada, mientras que en muchos países asiáticos y latinoamericanos parecen tener en baja estima a estos individuos, ya que son asociados al fracaso personal.
En México, a pesar de que existen excepciones a la regla, habiendo freelancers con una gran trayectoria y logros remarcables, la proyección o imagen tradicional del freelancer es de personas que no gustan de responsabilidades, que carecen de disciplina, puntualidad, seriedad, entre otras virtudes empresariales tradicionales, y por lo tanto, la empresa que les contrata, asume un riesgo mayor ante la posibilidad de que el freelance refleje sus conductas naturales en la entrega de resultados.
En mi experiencia personal, he tenido la fortuna e infortuna de haber colaborado con freelancers de diferentes materias, desde desarrolladores web o diseñadores gráficos, hasta consultores en temas especializados que involucran la certidumbre fiscal, financiera o jurídica de sus clientes. No es el tema de este artículo discutir el por qué hay empresas que contratan freelancers para hacer el trabajo que desde mi perspectiva, debería hacer una empresa formalmente constituida y con la estructura suficiente para atender las necesidades del cliente; razones habrá muchas, desde costo, expectativa del servicio, alguna recomendación, tiempo de entrega, facilidad para contratar el servicio, por mencionar algunas. Lo que sí nos concierne en este artículo, es brindar una serie de recomendaciones para todos los freelance que han decidido trabajar bajo ese modus operandi y que a la fecha tienen grandes áreas de oportunidad para mejorar:
- La puntualidad es clave. Los empresarios valoramos mucho el significado del tiempo, por lo tanto, si adquieres el compromiso de entregar un proyecto en cierta fecha, asegúrate de que así sea.
- Cuida cómo determinas tu precio. Existen muchas empresas que contratan a un freelance únicamente por el ahorro que puede representar, pero el freelance debe cuidar que el precio con el cotiza sus proyectos, sea el de mercado. Dar más barato solo por ganar el cliente, significa que vas a perjudicar a los demás abaratando el servicio, demeritando tu esfuerzo y muy probablemente vayas a necesitar más proyectos para ganar lo suficiente, lo que al final mermará tu capacidad de generar más riqueza con menos esfuerzo.
- No sobreestimes tu capacidad instalada. En otras palabras, deja de contraer obligaciones que no puedes cumplir. El freelance normalmente acepta cualquier cantidad de proyectos con tal de asegurarse trabajo por una larga temporada, pero al final, con ninguna habrá quedado bien. Crea una agenda, planea tus actividades y sé lo más honesto posible con tus clientes.
- Ve creando equipo e invirtiendo en un espacio. A medida que vaya pasando el tiempo y tu nombre tenga más valor en lo que haces, destina parte de tus recursos en establecer una oficina e incluso incorporar a otros a tu equipo de trabajo. El freelance tiene la costumbre de ganar y gastar, cuando debería ganar-invertir-ahorrar-gastar. Tu contribución a la sociedad será generar empleo, y el crecimiento de tu empresa será tu propia contribución a tu futuro.
- Formaliza tu trabajo. No basta con hacer acuerdos de palabra con tus clientes porque ni te brinda ningún tipo de seguridad, ni proyectas una imagen profesional. Elabora tus contratos de prestación de servicios, especificando exactamente qué le darás al cliente y por qué precio. Así tú tendrás como comprobar los términos y condiciones del proyecto y evitarás aquellas empresas que buscan a un freelance para explotarlo.
- Formaliza tu situación fiscal. Un freelance a veces no está ni inscrito ante el SAT y por lo tanto no puede expedir facturas a sus clientes, lo cual se convierte en un gasto no deducible para ellos. Lo anterior no solo puede ahuyentar a clientes que necesitan el comprobante fiscal, sino que puede meterte en problemas ante la autoridad por estar recibiendo ingresos sin declararlo.
- Tu principal valor es el intangible. Conforme seas la excepción a la regla y dejes de cargar con el estigma del freelance, tu nombre será tu marca y tu servicio el intangible más fuerte que tengas. Cultívalo siendo profesional en todo momento y ante cualquier situación, y pronto verás los frutos.